TITULARES

Las baterías de litio no sólo son contaminantes, sino que pueden ser inflamables

Por Monserrat Chodil Soto. En la actualidad, resulta difícil imaginar un mundo sin baterías de litio. Desde los teléfonos inteligentes que usamos a diario, pasando por computadores portátiles, hasta los automóviles eléctricos, esta tecnología se ha convertido en el corazón energético de la vida moderna. Su éxito se explica por su gran capacidad de almacenamiento, eficiencia y durabilidad frente a otras alternativas, lo que las hace ideales para una era marcada por la movilidad y la transición hacia energías más limpias.

La promesa tecnológica

El litio, conocido como el “nuevo oro blanco”, permite almacenar grandes cantidades de energía en espacios reducidos. Esta cualidad lo vuelve indispensable en sectores como la movilidad eléctrica, que busca desplazar el uso de combustibles fósiles. A modo de ejemplo, los autos eléctricos impulsados por baterías de litio reducen las emisiones en las ciudades y disminuyen la dependencia del petróleo. Asimismo, las instalaciones solares y eólicas se benefician de este tipo de almacenamiento para mantener la estabilidad de la red eléctrica.

Además, las baterías de litio tienen un impacto positivo en la reducción de residuos tecnológicos: duran más que las de níquel-cadmio o plomo-ácido, lo que implica menos reemplazos y menos basura electrónica en el corto plazo.

El costo oculto de la producción

Pero esta aparente “solución verde” tiene un lado problemático. La extracción de litio requiere grandes cantidades de agua, y gran parte se realiza en ecosistemas frágiles como el Salar de Atacama, en Chile. Según The Guardian, “más de la mitad de la producción actual de litio, que requiere una gran cantidad de agua, se lleva a cabo en regiones afectadas por la escasez de agua que probablemente empeorará debido al calentamiento global” (The Guardian, citado en Emtez, s.f.).

El impacto no termina allí: estas baterías requieren metales como el cobalto y el níquel. En la República Democrática del Congo, de donde proviene más del 70 % del cobalto mundial, diversas organizaciones han denunciado condiciones de explotación laboral y la presencia de trabajo infantil en la minería artesanal. Estos problemas se suman a la contaminación ambiental y riesgos de salud que enfrentan las comunidades cercanas a las minas.

Riesgos y contradicciones ambientales

El uso de baterías de litio también plantea riesgos de seguridad: al dañarse o manipularse mal, pueden incendiarse debido a su alta inflamabilidad. Esto ha llevado a las aerolíneas a restringir el transporte de dispositivos con estas baterías.

Paradójicamente, aunque las baterías de litio ayudan a reducir la contaminación en el punto de uso —como ocurre con los automóviles eléctricos, que no emiten gases de escape—, su huella ambiental se traslada a las etapas de extracción y fabricación. Estas fases implican un elevado consumo de energía y agua, además de riesgos de contaminación del suelo y afectación de ecosistemas (Emtez, 2023).

Caminos hacia el futuro

Pese a estas tensiones, existen señales de avance. El reciclaje de baterías está creciendo: empresas europeas como Redux y Umicore ya logran recuperar un 70% de los materiales, lo que reduce la necesidad de extraer más recursos. Asimismo, tecnologías como las baterías de fosfato de hierro-litio se presentan como alternativas más seguras y con menor dependencia del cobalto.

En América Latina, Chile y Argentina —dos de los principales productores de litio— enfrentan el reto de equilibrar el boom exportador con la protección de sus ecosistemas y comunidades locales.

Urge reducir la huella ambiental

Las baterías de litio no son la solución definitiva, pero tampoco generan un desastre total. Son una herramienta clave en la transición energética, pero su verdadero impacto depende de cómo se gestione toda la cadena: desde la extracción y la transparencia de los fabricantes, hasta la capacidad de reciclar y disponer de forma segura estos dispositivos al final de su vida útil. En otras palabras, mientras seguimos demandando dispositivos más potentes y autos menos contaminantes, también debemos exigir soluciones que reduzcan la huella ambiental y social de la energía que los hace posibles.

Bibliografía

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *